De los 600 € timados a María a redes de tráfico: la desesperación por el 'ozempic' multiplica las estafas en España
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María, una vecina de País Vasco septuagenaria viuda, lleva una temporada tomando Mounjaro (uno de los primos del Ozempic) para controlar su peso. Un día, a través de una comunidad de internet en la que se tratan temas relacionados con la medicación, una mujer se puso en contacto con ella y comenzó a ganarse su confianza. Poco después, esta última anunció en un grupo de WhatsApp que iba a ir a Gibraltar con su madre para comprar este mismo tratamiento –ya que allí es más barato y tiene más cantidad– y que las personas que estuviesen interesados en que se la consiguiesen, hablasen con ella.
María se puso en contacto y siguió sus instrucciones: envió la receta a una farmacia de Gibraltar a la que pagó los 513,15 euros que valía y otros 100 euros por bizum a la intermediaria que iba a recogerlo para después mandarlo por correo hasta su casa. Pero nunca vio el medicamento y de hecho, este acabó en casa de otra persona.
Aunque el nombre utilizado es ficticio, estos son los hechos que figuran en la denuncia por presunta estafa interpuesta ante la Policía Nacional, a la que ha tenido acceso El Confidencial. Hechos de los que alerta la Asociación Nacional de Pacientes de Apoyo para Tratamientos de Obesidad (Anato), que son los que animaron a María a denunciar, a pesar de que sintiese una gran vergüenza.
Manuel Martín, presidente de Anato, resume lo que desde su asociación califican como “estafa por falso intermediario en la compra de Mounjaro”: “Primero de todo, partimos de un problema: aquí en España la medicación tiene unos precios desorbitados. La gente con recursos limitados y cualquier persona que tenga acceso a Gibraltar lo que hace es compra la medicación allí, porque estamos hablando de que un tratamiento de 15 miligramos en España son 446 euros, en Gibraltar son 200 libras, unos 230 euros, la mitad. De aquí parte todo. Entonces, mandan la receta a una farmacia de Gibraltar, pagan la medicación y esta falsa intermediaria va a recogerla en su nombre y nunca la manda a la persona que la pagó originalmente”.
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Aunque la de María fuese la primera denuncia, interpuesta en abril del 2025, el presidente de Anato explica a El Confidencial que este mismo proceso se ha repetido con decenas de personas. Por lo que esta denuncia se ha ampliado en dos ocasiones.
Martín hace hincapié no solo en el “timo” que hace esta intermediaria, sino en que después esta hace más negocio al revenderlo a una tercera persona que no tiene receta. Explica que han podido comprobar que esto es así porque han conseguido seguir un código de un envío hasta una persona que les ha confesado habérselo comprado a la intermediaria.
Redes de tráfico de péptidosDesde Anato también han denunciado la existencia de “redes de tráfico de péptidos vía WhatsApp”, en grupos donde hay más de 200 personas. La asociación afirma haber documentado que “un clan organizado ofrece ayuda para conseguir péptidos inyectables ante la escasez de tratamientos oficiales”.
La comercialización de estos productos está restringida a la investigación, por lo que no están autorizados en la población general, lo que consideran que podría constituir un delito contra la salud pública. Hechos que ya han puesto en conocimiento de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
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Desde la asociación consiguieron infiltrarse en estos grupos en los que “hablan de comprar los péptidos, lo que es el principio activo de la medicación, por ejemplo en el caso Mounjaro la tirzepatida, a laboratorios chinos”. Martín explica que a la cabeza de la compra al laboratorio está “una señora del sur de España”, la cual también “está dando consejos de cómo se tienen que usar esos péptidos, ofrece grabar vídeo tutoriales y dar formación a la gente de cómo se lo tiene que administrar”. En este punto, el presidente de Anato hace hincapié en que, además, la gente que accede a este principio activo ni siquiera se sabe que se está comprando: “Puede ser realmente el péptido, como un derivado con menos cantidad, una sustancia inocua o incluso algo tóxico”.
Asimismo, explica que en los grupos cuentan cómo consiguen burlar las aduanas para no ser descubierto. Para ello, dividen el envio en otros más pequeños, que no llegan directamente a España, sino que pasan por otros países que tienen menos control en sus fronteras y ya por carretera consiguen que lleguen al nuestro. Por el momento, la compra más grande que han podido constatar en Anato asciende hasta los 3.000 euros.
Al preguntarle al presidente de Anato cuál puede ser el motivo de que estén surgiendo tantos negocios oscuros en torno a los inhibidores de GLP-1, lo tiene claro: “Porque la medicación en España tiene un precio desorbitado, ya que es un tratamiento que mínimo cuesta 500 euros al mes. Si tenemos en cuenta que el salario medio está en unos 1.200 euros y si, por ejemplo, tienes que pagar un alquiler, no puedes pagar la medicación y, al final, la gente por desesperación recurre a cualquier cosa que pueda parecer que funciona”.
“Si a ti te venden una caja de fresas a cinco euros, y aparentemente la misma caja de fresas te la están vendiendo en la frutería de enfrente a un euro, dices: ‘Bueno, pues voy a probar por un euro’. ¿Qué pasa? Que posiblemente las fresas buenas sean las de arriba y el resto vayan directamente a la basura. Pues aquí puede que esté pasando lo mismo con lo que estás comprando: que no sirva para nada”, ejemplifica.
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Por todo ello, además de avisar a la sociedad de los riesgos de la estafa, de nuevo alerta de los peligros para la salud. “Los péptidos no están aprobados para el uso en humanos. Esos viales se venden porque se supone que el uso que tienen es para investigación en laboratorio, pero en ningún momento se pueden usar para el consumo humano”, ejemplifica.
En la misma línea, Carlos Andrés Cáceres, médico Yazen, clínica especializada en el tratamiento de la obesidad, alerta de “las consecuencias médicas de adquirir un medicamento cuya procedencia desconocemos”. En conversación con este periódico destaca que comprando fármacos como lo hacen en el grupo de WhatsApp “no podemos verificar de ninguna manera qué medicamento es el que estamos pidiendo o suponiendo que estamos comprando, no sabemos si la concentración es la misma que la que debería tener, tampoco conocemos los medios de transporte, la dilución de los medicamentos, o la parte química de cómo está hecho un medicamento, porque como es un medicamento ilegal, no podemos conocer esa información”.
En cualquier caso, como resumen, desde Anato recomiendan:
- No adquirir medicación por canales no oficiales o sin receta médica.
- Verificar que la prescripción se realice mediante sistemas autorizados, como la Receta Electrónica Médica Privada Estandarizada (REMPe).
- Evitar cualquier intermediario que ofrezca “favores” a cambio de dinero para conseguir medicación.
- No fiarse de grupos de WhatsApp o redes sociales que ofrecen péptidos o tratamientos milagro.
- Consultar siempre con un profesional sanitario acreditado y acudir a clínicas especializadas que trabajen con garantías legales y sanitarias.
El Confidencial