Obesidad: una pandemia que golpea a Italia y España, pero las armas para combatirla aún son escasas


Algunos la llaman una nueva "pandemia", pero la obesidad es sin duda ya una "epidemia global", como la ha rebautizado la OMS: 1.900 millones de personas tienen sobrepeso, 650 millones son obesas y 4 millones de muertes al año como consecuencia de esta afección que desencadena enfermedades crónicas como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares e incluso los tumores. E Italia, el primer país del mundo que se prepara para aprobar una ley que reconoce la obesidad como una enfermedad, se encuentra entre los más afectados, con uno de cada tres italianos con sobrepeso y uno de cada diez obesos, y un futuro próximo que hace pensar en lo peor, dado que el país que una vez fue el abanderado de la dieta mediterránea, un modelo en el mundo y la primera "vacuna" contra el sobrepeso, es el segundo en Europa en número de niños obesos o con sobrepeso.
En España, una de cada dos personas tiene sobrepeso y casi el 20% es obesa. Pero ¿cómo podemos frenar esta pandemia de obesidad? Las estrategias y los problemas varían según el país, incluso en Europa, y abarcan desde la falta de personal cualificado en los hospitales, como se registra en España, por ejemplo, hasta el principal problema de recursos para financiar los tratamientos y, sobre todo, los nuevos y prometedores fármacos contra la obesidad que están invadiendo el mercado y que Italia pretende ofrecer.
Italia está a punto de convertirse en el primer país del mundo en aprobar una ley que reconoce la obesidad como una enfermedad verdaderamente "progresiva y recurrente", y quienes la padecen tendrán derecho a recibir atención gratuita, proporcionada por los niveles esenciales de atención, es decir, por los servicios que el Servicio Nacional de Salud debe garantizar a todos los ciudadanos. La ley, aprobada a principios de mayo pasado, podría estar definitivamente aprobada para el verano. Sin embargo, el camino para atender a millones de pacientes aún es largo y accidentado: la medida se compone de unos pocos artículos, asignando los modestos recursos necesarios solo para poner en marcha un Observatorio para el estudio de la obesidad y lanzar campañas de información y comunicación sobre la importancia de la prevención: esta enfermedad crónica es, de hecho, el resultado de múltiples factores estrechamente relacionados entre sí, como, por ejemplo, el sedentarismo y la reducción de la actividad física, la mala alimentación, los determinantes socioeconómicos, los aspectos psicológicos y el estrés, además de los factores genéticos. Y poder intervenir a tiempo también significa ahorrar dinero, ya que se estima que, entre los costes directos e indirectos (patologías relacionadas que deben tratarse), el impacto económico en el Sistema Nacional de Salud supera los 13 000 millones anuales. En resumen, apostar e invertir en tratamientos contra la obesidad podría, en última instancia, ser conveniente para todos.
El problema, sin embargo, radica en el cumplimiento del artículo 2 de la ley, que establece que las personas con obesidad podrán beneficiarse de los servicios incluidos en los niveles esenciales de asistencia (los llamados LEA) del Servicio Nacional de Salud. Esto significa que, con la actualización de la LEA, todos los servicios contra la obesidad, como las visitas y análisis, los nuevos medicamentos que se están implementando en los últimos años, hasta la cirugía bariátrica, y las indicaciones médicas sobre estilos de vida, como la prescripción médica de actividad deportiva, deberán incluirse entre los tratamientos gratuitos (o mediante el pago de la tarjeta).
Tras la aprobación de esta ley, no habrá vuelta atrás. Es como cuando la atención diabética se convirtió en uno de los servicios de los niveles esenciales de atención. Ahora necesitamos encontrar los recursos, identificar los centros y definir las terapias. Y es necesario hacerlo porque el coste de la obesidad es tal que cualquier estado inteligente haría mejor en tratarla antes de que se convierta en un problema», explicó Andrea Lenzi, endocrinólogo y uno de los principales expertos en el tema en Italia, a Il Sole 24 Ore, tanto es así que colaboró en la redacción de la ley. «Los tratamientos», explica Lenzi, «no afectarán a las personas con sobrepeso ni a los seis millones de obesos de Italia. Habrá directrices e indicadores específicos para identificar a quienes tienen derecho a ellos, con itinerarios precisos: una persona obesa acudirá primero al médico de cabecera, quien, en caso de complicaciones, la derivará a una clínica especializada de la zona, que a su vez podrá derivarla al centro regional especializado, que elaborará un diagnóstico completo y un plan de tratamiento que podría durar varios meses».
El otro paso trascendental podría ser la prescripción gratuita de nuevos medicamentos contra la obesidad. Una delegación de la Agencia Italiana de Medicamentos (AIFA) viajó a Inglaterra hace pocos días para estudiar la trayectoria ya adoptada por Londres en la lucha contra la obesidad: en particular, la AIFA intenta comprender cómo y si es posible replicar el modelo inglés, también porque el Servicio Nacional de Salud (NHS) funciona de forma muy similar al NHS.
De hecho, el Servicio Nacional de Salud inglés ha recomendado actualmente, a través del NICE (National Institute for Health and Care Excellence), el reembolso de un medicamento para la obesidad en pacientes adultos que cumplan algunos requisitos específicos: obesidad muy avanzada (obesidad de segundo grado con un índice de masa corporal - IMC - mayor o igual a 35 kg/m²) y al menos otra patología importante relacionada con el peso (diabetes tipo 2, hipertensión, trastornos cardiovasculares).
Estos requisitos limitan el grupo potencial de beneficiarios. Su prescripción se asocia a una dieta hipocalórica y un aumento de la actividad física, mientras que su reembolso está condicionado a lograr, en un plazo de seis meses, una pérdida de peso igual o superior al 5 %. De lo contrario, la continuación del tratamiento se evalúa según la relación beneficio-riesgo para el paciente.
En Inglaterra, también se ha iniciado un estudio sobre la posible reducción del gasto público en salud, tanto directo como indirecto, a medio y largo plazo: se examinarán no solo los efectos directos en la salud, sino también las consecuencias tanto en la vida social (inactividad, limitaciones) como en el trabajo, midiéndolas, por ejemplo, en función del absentismo laboral o las discapacidades. Este estudio podría replicarse en Italia, con Lombardía a la cabeza. «Tan pronto como el tratamiento de la obesidad se incluya entre los niveles esenciales de atención, con la aprobación de la ley, la AIFA, a través de la Comisión Científica y Económica, evaluará el posible reembolso de los nuevos medicamentos que están llegando, inspirándose en los modelos existentes. Por eso fuimos en misión a Inglaterra», confirmó Robert Nisticò, presidente de la Agencia Italiana del Medicamento, a Il Sole 24 Ore. Aborda así la cuestión de los recursos necesarios para reembolsar los nuevos medicamentos: «El problema no es tanto el precio, sino el hecho de que afecta a millones de personas y, por lo tanto, deben proporcionarse con base en criterios estrictos y a quienes realmente los necesitan. Sin embargo, cabe destacar que no tratar la obesidad conlleva consecuencias importantes como diabetes, riesgo cardiovascular y tumores. Todas ellas patologías con un impacto social y económico significativo. Sin embargo, los precios —concluye el presidente de la AIFA— bajarán y entonces los medicamentos que ahora son inyectables pasarán a ser orales y, por lo tanto, su consumo será cada vez más extendido».
En España, no hay suficientes nutricionistas en los hospitales públicos. Muy pocas comunidades autónomas cuentan con un dietista-nutricionista en sus hospitales públicos. Además, algunas unidades de nutrición ni siquiera incluyen esta figura profesional. ¿Por qué es tan difícil encontrar un dietista-nutricionista en un hospital público español?
Debido a la falta de voluntad política, ya que existe una evidencia abrumadora de sus beneficios. Luis J. Morán Fagúndez, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN), explica la situación de su profesión en España. Con la excepción de algunas comunidades autónomas, como Galicia, que en 2022 incorporó 94 profesionales a su sistema de atención primaria, o Cataluña, donde sí existe esta cifra, los dietistas-nutricionistas (DN) están prácticamente ausentes en muchos hospitales públicos.
“En las comunidades autónomas donde existen, son muy pocas”, añade el presidente. “Es una medida de ahorro que no supondría un gasto adicional para el sistema sanitario público. No tiene sentido y no lo entendemos. Además, la demanda actual de servicios nutricionales la cubren otros profesionales que se esfuerzan al máximo para cubrir este sector”, afirma Morán. Por ejemplo, en el caso de Andalucía, una comunidad que Morán conoce bien como miembro de la junta directiva de la Sociedad Andaluza de Nutrición Clínica y Dietética (SANCYD), existen unidades de nutrición en los hospitales desde hace más de 30 años: “Están formadas por dietistas, endocrinólogos, auxiliares de enfermería o científicos de la alimentación, pero no por dietistas. Estos profesionales también solicitan nuestra presencia”.
Otro punto que plantea el experto es la desigualdad que genera esta situación: «Al no haber DN en la sanidad pública, si un paciente necesita estos servicios, tiene que pagarlos de forma privada. Para las personas con menores ingresos, que presentan las mayores tasas de obesidad infantil y adulta, esto es imposible. Es un círculo vicioso».
En España, el 55,8% de la población tiene sobrepeso y el 18,7% obesidad, según datos de un estudio del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). El estudio, publicado en octubre de 2023, también concluyó que el sobrepeso y la obesidad en adultos son más comunes entre las personas y grupos de población con menor nivel educativo, o que viven en ciudades más pequeñas y zonas con menores ingresos. «Observamos un aumento continuo de las tasas, incluso en las proyecciones para 2050. Si la obesidad continúa aumentando, se traducirá en un grave problema de salud pública, ya que las patologías asociadas, como la diabetes o diversos tipos de cáncer, se volverán más comunes. Esto supondrá una carga que el Sistema Nacional de Salud (SNS) tendrá dificultades para gestionar», advierte la nutricionista.
“Hay un cambio de paradigma en la forma en que entendemos cómo abordar mejor la obesidad y sus comorbilidades: abordando la causa raíz de todos los efectos negativos que esta enfermedad provoca”, explica a este periódico Albert Lecube Torelló, vicepresidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO). El movimiento “Obesity First” se basa en décadas de investigación que vinculan el exceso de peso con más de 200 problemas de salud, como insuficiencia cardíaca, muerte prematura e incluso 13 tipos de cáncer. Y su impacto no se limita a las enfermedades más graves, sino que también juega un papel importante en afecciones como la diabetes tipo 2, que afecta al 15 % de los españoles, de los cuales casi 9 de cada 10 tienen exceso de grasa corporal.
“No se trata de dejar de tratar enfermedades en las que la obesidad tiene un papel importante, como la diabetes, la hipertensión cardiovascular o la dislipidemia, sino de reconocer cada vez más la necesidad de tratar la causa de las complicaciones [la propia obesidad]”, afirma Lecube, jefe del Departamento de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lérida.
En 2024, el Consejo de Ministros español aprobó la creación de la Comisión Interministerial para la Reducción de la Obesidad Infantil. Este nuevo organismo, liderado por el Ministerio de Sanidad e integrado por representantes de 18 ministerios, será responsable de orientar y coordinar el Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil 2022-2030. Según el gobierno, el plan incluye 200 medidas destinadas a mejorar la salud y el bienestar de la infancia y la adolescencia, abordando diversos aspectos sociales, legislativos y de comunicación. Las principales funciones de la Comisión incluyen promover la integración de las estrategias del plan en las políticas públicas, garantizar la coherencia entre las iniciativas sectoriales, coordinarse con las administraciones regionales y locales, y supervisar las estrategias de comunicación.
El Comité también supervisará y evaluará el impacto del plan mediante indicadores preestablecidos. La obesidad infantil es un grave problema de salud pública en España, que afecta especialmente a los niños de familias con bajos recursos. Según un informe de 2023 basado en datos de 2020, el 30 % de los niños de entre 2 y 17 años tenía sobrepeso y el 10 % obesidad.
*Este artículo forma parte del proyecto europeo de periodismo colaborativo “Pulse”
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