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Los premios Fronteras celebran el conocimiento que nos une y enriquece como especie

Los premios Fronteras celebran el conocimiento que nos une y enriquece como especie

En un tiempo en que crece el cuestionamiento del valor del conocimiento de los expertos, en que algunos líderes políticos ponen en duda el valor de la solidaridad y en que el mundo parece volverse incomprensible, la ceremonia de la XVII edición de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA ha mostrado que sigue habiendo esperanza. En el acto, que ha tenido lugar en Euskalduna Bilbao, se ha celebrado la labor colectiva de búsqueda de conocimiento para dar sentido a un mundo complejo y producir resultados que mejoren la vida de todos.

El presidente de la Fundación BBVA, Carlos Torres Vila, ha dicho que el evento “representa una oportunidad excepcional para poner en valor lo que realmente nos une y enriquece como especie: la capacidad de generar nuevo conocimiento para interpretar la realidad física, biológica y social, aportando perspectivas conceptuales innovadoras basadas en la evidencia y de proyectar soluciones racionales y sostenibles a los grandes retos y expectativas de nuestro tiempo”. Vila ha descrito a los 20 galardonados como “personas altamente innovadoras” que “nos permiten trazar, desde la racionalidad científica y la creatividad artística, una hoja de ruta para tomar las mejores decisiones en el plano individual y en el colectivo, al servicio de los intereses generales y la conservación de la diversidad de la vida en la Tierra”.

La ceremonia, presidida por Torres y la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Eloísa del Pino, ha contado con una intervención inaugural del alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y ha sido clausurada por el Lehendakari del Gobierno Vasco, Imanol Pradales.

Los discursos de los galardonados han reflejado, de forma destacada, una preocupación por que la ciencia tenga impacto en el bienestar humano y en la sociedad. En el campo de la química, John F. Hartwig ha destacado que “las reacciones catalíticas representan más de un tercio del PIB mundial, puesto que gracias a ellas se fabrican productos que van desde los combustibles hasta los alimentos, pasando por los fármacos y todo lo demás”. Hartwig ha hablado en su nombre y el de los otros premiados en la categoría de Ciencias Básicas: Avelino Corma (Instituto de Tecnología Química, Universitat Politècnica de València-CSIC) y Helmut Schwarz (Universidad Técnica de Berlín, Alemania). El galardón se les ha concedido por sentar las bases de los catalizadores que han hecho posible una química más eficiente y sostenible.

Incidiendo en la utilidad para la humanidad, Daniel Drucker (Hospital Monte Sinaí, Toronto, Canadá) ha afirmado que el descubrimiento del GLP-1, una hormona que regula el apetito y la glucosa en sangre, ha llevado “a nuevas clases de medicamentos metabólicos”. Svetlana Mojsov (Universidad Rockefeller, Nueva York, EE UU), que junto a Drucker y Jens Juul Holst (Universidad de Copenhague, Dinamarca) ha sido premiada por lograr los descubrimientos biológicos fundamentales que han permitido la creación de un nuevo arsenal terapéutico contra la diabetes y la obesidad, ha añadido que los nuevos fármacos que ha hecho posible su trabajo tienen además la capacidad para bajar la presión arterial y disminuir las tasas de infarto de miocardio, mejorando así “la calidad de vida y la salud de personas afectadas por gran variedad de trastornos metabólicos”.

En Tecnologías de la Información y la Comunicación, Michael I. Jordan ha destacado que el aprendizaje automático ha tenido un “gran impacto en la ciencia, la tecnología y la sociedad”, con aplicaciones cotidianas que van “desde desbloquear el teléfono móvil hasta realizar pagos con seguridad o viajar de forma segura y fácil”. Jordan, que ha recibido el premio junto a Anil Jain (Universidad de Michigan State, EE. UU.), ha dicho que la nueva ingeniería basada en IA, según Jordan, incluye “las preferencias, valores y decisiones humanas como ingredientes clave”, impactando el “comercio, la atención médica, el transporte y el entretenimiento”. Jain y Jordan han sido reconocidos por sus contribuciones clave para lograr que los ordenadores sean capaces de identificar patrones y realizar predicciones a partir de conjuntos de datos de gran dimensión.

En Ciencias Sociales, Dolores Albarracín, premiada junto a Icek Ajzen (Universidad de Massachusetts Amherst), Mahzarin Banaji (Universidad de Harvard), Anthony Greenwald (Universidad de Washington) y Richard Petty (Universidad Estatal de Ohio), por entender cómo se forman, se modifican y se traducen en comportamiento las evaluaciones que hacemos del mundo que nos rodea, ha hablado en nombre de todos ellos. La investigadora de la Universidad de Pensilvania, ha explicado que el estudio de las actitudes “ofrece un marco convincente para comprender e influir en los comportamientos humanos, desde las preferencias de los consumidores hasta los prejuicios raciales, pasando por el voto, las decisiones sobre la salud, la conservación del medio ambiente o la violencia”.

En Economía, Michael Woodford destacó cómo su trabajo con los modelos neokeynesianos a la formulación de políticas económicas aportó a “la estabilidad, tanto de los precios como de la actividad económica”. El economista de la Universidad de Columbia recibió el premio junto a Olivier Blanchard (Paris School of Economics y MIT) y Jordi Galí (Centre de Recerca en Economía Internacional y Universitat Pompeu Fabra) por influir “profundamente en el análisis macroeconómico moderno al establecer bases rigurosas para el estudio de las fluctuaciones del ciclo económico”. Entre las aportaciones más influyentes de este marco, Woodford ha subrayado su capacidad para justificar la necesidad de transparencia, credibilidad y comunicación efectiva por parte de las autoridades monetarias. “Las expectativas del sector privado son cruciales para los resultados macroeconómicos”, ha defendido, y eso sitúa en un lugar central a la estrategia de comunicación.

Philip Kitcher, premiado en Humanidades, ha incidido en que la búsqueda del conocimiento se orienta a promover el bien común. “La investigación es valiosa no porque acumule más riqueza para unos pocos afortunados, sino por los beneficios que aporta a los ciudadanos de una sociedad o, mejor dicho, a la humanidad en general”, ha afirmado el catedrático de la Universidad de Columbia (EE UU). El filósofo británico, que ha buscado el conocimiento en diversas disciplinas a lo largo de su carrera, ha aseverado que “la vida ética ha amplificado una capacidad evolutiva: identificar los planes de nuestros semejantes y facilitarlos”, y que “las ciencias y las humanidades deben complementarse mutuamente en el proyecto del progreso humano.”

En Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente, Camille Parmesan (Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia) ha destacado cómo “el cambio climático está ya causando sufrimiento a los seres humanos, especialmente a los pueblos más vulnerables”. ​​Parmesan ha sido premiada por demostrar de forma pionera que las especies salvajes modifican su distribución geográfica en respuesta al cambio climático.

Finalmente, Toshio Hosokawa, premiado en Música y Ópera por el extraordinario alcance internacional de su obra al haber construido un puente entre la tradición musical japonesa y la estética contemporánea occidental, ha afirmado que con su música intenta descifrar “el grandioso e infinito ‘mar de sonidos’ que se esconde en lo más profundo del corazón de cada uno”. El compositor japonés ha ilustrado cómo, durante su proceso creativo, él mismo se concibe como un punto de unión entre naturaleza y sonido: “De las ondas de ese mar nacen las palabras y la música. Ese mar puede ser el ‘inconsciente colectivo’, según la psicología occidental, o la ‘conciencia Alaya’, según el budismo. Mi composición consiste en transcribir en pentagrama los sonidos nacidos de las ondas de ese mar. Mi ego no compone, sino que me convierto en un médium que escucha la voz del mar”.

Además, los premiados han destacado la importancia de la investigación básica como cimiento de avances prácticos, la necesidad de colaboración y esfuerzo colectivo para que la ciencia avance, y el papel de las nuevas generaciones como futuros portadores de la llama del conocimiento, para que mantengan el esfuerzo, la ilusión y la atención al bienestar de sus congéneres y del planeta.

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