Las olas de calor plantean riesgos, dice el inmunólogo Minelli, y las partículas en suspensión aumentan el riesgo.

No se trata solo de un problema de desregulación de nuestro sistema de enfriamiento fisiológico. Las abrasadoras temperaturas que se esperan en las próximas horas, además de inhibir los mecanismos fisiológicos de la defervescencia relacionados con la evaporación del sudor, debido a la sofocante humedad asociada al calor, también pueden tener un fuerte impacto en otros factores de riesgo para la salud humana. Las olas de calor, especialmente si son frecuentes, provocan un peligroso estancamiento del aire, lo que resulta en un aumento de los niveles de ozono, pero también, y sobre todo, de material particulado (PM), incluyendo óxidos de nitrógeno y partículas finas. Se estima que las concentraciones de estas últimas en días de estancamiento del aire son aproximadamente 2,5 µg/m³ superiores a la media diaria anual. Este efecto "potenciador" del calor aumenta los riesgos para la salud. Así lo explicó el inmunólogo clínico Mauro Minelli a Adnkronos Salute.
Y esto se debe a una serie de razones, entre ellas la alta presión, la fuerte radiación solar, la mayor presencia de polvo generada por los frecuentes incendios actuales y el aumento de las emisiones nocivas, posiblemente relacionado con un mayor consumo de energía para climatizar nuestros entornos. Si a todo esto —advierte Minelli— añadimos la activación, por parte de nuestro cuerpo, de medidas de adaptación, como el aumento de la frecuencia respiratoria, comprendemos cómo el calor puede exponernos más fácilmente a la acción nociva de los contaminantes ambientales. Y serán las ciudades, los grandes centros urbanos y sus habitantes, especialmente las personas mayores o frágiles, quienes se verán más afectados por esta secuencia de acontecimientos que no es nada teórica, precisamente porque, en tales circunstancias, las zonas urbanas tienden a transformarse en auténticas "islas de calor". Los responsables en este sentido parecen ser los materiales utilizados en la construcción, el asfalto de las calles que impide que el calor acumulado durante el día se evapore por la noche, y la falta o, en cualquier caso, la insuficiente disponibilidad de zonas verdes públicas.
Un decálogo para protegerse del calor del veranoPara limitar el impacto de estos agentes, que, aunque aparentemente diferentes, "intervienen de forma sinérgica y significativa sobre nuestra salud durante los calurosos días de verano, sería mejor seguir algunas sugerencias proporcionadas, entre otras, por el Ministerio de Salud", recuerda el inmunólogo Minelli.
1) Garantizar una renovación frecuente del aire en el hogar y en espacios confinados, quizá facilitando la ventilación natural;
2) Para los recién nacidos y los niños, si realmente hay que dejarlos salir en días calurosos, será mucho mejor elegir zonas alejadas del tráfico para paradas cortas, aunque sean cortas;
3) Recomendaciones similares se aplican a los ancianos, para quienes, especialmente en los días calurosos, siempre es buena idea tener a mano medicamentos para tratar cualquier empeoramiento de los síntomas respiratorios asociados con el asma o la EPOC;
4) Otra categoría de personas en riesgo son las mujeres embarazadas, especialmente si padecen condiciones médicas preexistentes (trastornos de la presión arterial, trastornos metabólicos) o si presentan complicaciones surgidas durante el embarazo;
5) Al viajar en coche, con el aire acondicionado configurado a una temperatura similar a la del exterior (idealmente, la temperatura interior debería estar entre 23 y 25 °C), siempre es recomendable activar el filtro de partículas para reducir la entrada de contaminantes del tráfico en el habitáculo. Con el mismo cuidado, se debe limpiar los filtros de los equipos de aire acondicionado ubicados en las zonas de estar y/o de trabajo.
Protección especial, con el uso de equipos de protección individual específicos, para policías de tránsito, asfaltadores y trabajadores de la construcción de carreteras.6) Si bien evitar la exposición pasiva al humo del tabaco, al polvo, a las velas aromáticas o al incienso es una regla que debe aplicarse siempre, sobre todo en lugares frecuentados por personas asmáticas o con problemas respiratorios crónicos, en los días en que la calidad del aire es peor por estar más estancado, esa regla se vuelve obligatoria, precisamente para evitar el empeoramiento de los síntomas respiratorios;
7) Las personas con enfermedades cardiovasculares también deben prestar especial atención a las consecuencias del calor. Además de seguir estrictamente los tratamientos que estén recibiendo, deben controlar su presión arterial y, si es necesario, evitar salir en días con previsiones de calor y contaminación.
8) Se debe garantizar una protección especial, con el uso de equipos de protección individual adecuados, a quienes, como por ejemplo los policías de tránsito o los vigilantes de tráfico, los asfaltadores o los trabajadores de la construcción de carreteras, trabajan al aire libre y están expuestos a múltiples riesgos laborales relacionados no solo con el calor y la humedad, sino también con el impacto de diversos contaminantes del aire.
9) Una buena regla general para todos es evitar el esfuerzo físico prolongado al aire libre en días con calor abrasador y alta humedad. En su lugar, tome suplementos para combatir la debilidad inducida por el calor. El magnesio puede ser beneficioso en este sentido, ayudando a prevenir calambres musculares y a mantener el equilibrio electrolítico. Las vitaminas del complejo B también contribuyen a la energía y al metabolismo.
10) Por último, no pase por alto el efecto "solastalgia", esa sutil sensación de melancolía que los cambios climáticos drásticos parecen fomentar, especialmente en las personas más sensibles, generando a menudo ansiedad y estrés, así como un entorpecimiento y una ralentización del pensamiento y la actividad física. La prudencia y la paciencia, en estos casos, pueden ser algunos de los antídotos más eficaces contra las sofocantes dolencias estacionales.
Adnkronos International (AKI)