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Qué significa que a una persona le guste el frío, según la psicología

Qué significa que a una persona le guste el frío, según la psicología

El clima puede tener una fuerte influencia en el estado de ánimo, la conducta y las preferencias personales. En particular, hay personas que sienten una atracción especial por el frío, disfrutando de las bajas temperaturas, los ambientes invernales e incluso del silencio que acompaña a los días nublados o nevados. Pero ¿qué hay detrás de esta inclinación? ¿Qué dice la psicología sobre quienes prefieren el frío?

Desde una perspectiva psicológica, las personas que prefieren el frío tienden a mostrar rasgos de personalidad más introspectivos. Esto no significa que sean necesariamente tímidas o solitarias, pero sí que valoran los espacios de calma y recogimiento. El frío suele asociarse con ambientes tranquilos y menos estimulantes que el calor, lo cual favorece la reflexión interna, la concentración y el pensamiento analítico.

LEE: ¿Sin carne? 12 fuentes de proteína económicas que puedes consumir a diario Preferencia por el control emocional

Diversos estudios han sugerido que el clima puede influir en la regulación emocional. Quienes disfrutan del frío a menudo se sienten más cómodos en entornos donde pueden mantener el control, tanto físico como emocional. A diferencia del calor, que puede intensificar la irritabilidad o el estrés, el frío invita a la calma y a la contención. Esto puede ser particularmente atractivo para personas con una tendencia a regular cuidadosamente sus emociones.

A nivel simbólico, el frío puede representar protección, sobre todo cuando se asocia con el acto de abrigarse, refugiarse en casa o compartir momentos íntimos. En ese sentido, quienes disfrutan del frío pueden valorar profundamente las sensaciones de seguridad, orden y estructura. El acto de envolverse en ropa cálida o de permanecer en interiores puede generar una sensación reconfortante y placentera.

Estilo de vida y necesidades físicas

Desde el enfoque de la psicología ambiental, también se considera que la preferencia por ciertas temperaturas puede estar relacionada con necesidades biológicas y hábitos cotidianos. Algunas personas se sienten físicamente mejor en el frío: duermen mejor, rinden más en el trabajo o experimentan menos molestias físicas. Esta experiencia positiva refuerza su afinidad emocional por las estaciones frías.

Por el contrario, quienes prefieren el calor tienden a ser más extrovertidos, impulsivos o buscan constantemente la estimulación externa. Así, la inclinación por el frío podría indicar una personalidad más reservada, orientada hacia el mundo interior y las emociones profundas. Esta diferencia no implica que uno sea mejor que otro, sino que responde a modos distintos de experimentar y responder al entorno.

Algunos psicólogos también señalan que las preferencias climáticas pueden tener raíces en la infancia. Por ejemplo, si una persona creció en un ambiente donde el invierno estaba asociado con recuerdos positivos como vacaciones, juegos en la nieve, momentos en familia es más probable que desarrolle una afinidad emocional hacia el frío.

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Que a alguien le guste el frío no es solo una cuestión de temperatura: puede reflejar aspectos profundos de su personalidad, su historia emocional y sus mecanismos de autorregulación. Para la psicología, estos gustos no son triviales, sino que ofrecen una ventana interesante para comprender cómo cada individuo percibe y se adapta al mundo que lo rodea.

Con información de Van de Vliert, E. (2013). "Climate, Affluence, and Culture"

BB

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