La planta medicinal relajante, que protege el sistema nervioso, mejora el sueño y reduce el estrés
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La lavanda, una planta medicinal tradicionalmente valorada por sus efectos relajantes, ha demostrado un notable potencial para cuidar el sistema nervioso, mejorar el sueño y reducir el estrés. Sus propiedades han sido investigadas en numerosos estudios clínicos y experimentales, posicionándola como una de las alternativas naturales más prometedoras dentro del campo de la fitoterapia moderna.
Originaria de la cuenca mediterránea, la Lavandula angustifolia, también conocida como lavanda inglesa, destaca por su alto contenido en linalool y acetato de linalilo, dos compuestos con efectos sedantes, ansiolíticos y neuroprotectores. Un estudio publicado por Koulivand, Ghadiri y Gorji en Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine ha documentado su eficacia en modelos animales y humanos, con resultados comparables a los de medicamentos como el diazepam o el lorazepam. Su aplicación puede realizarse por vía oral, inhalación o a través de masajes con aceite esencial, siendo estas formas las más utilizadas en ensayos clínicos.
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El aceite de lavanda ha mostrado mejoras significativas en la calidad del sueño y en la reducción de la ansiedad en distintos grupos de pacientes, incluyendo mujeres con insomnio, personas hospitalizadas y pacientes con trastorno de ansiedad generalizada. También se ha observado un efecto positivo en el alivio del dolor y en el tratamiento complementario de la depresión leve a moderada, al mejorar el bienestar general sin provocar somnolencia excesiva ni dependencia farmacológica. Su mecanismo de acción incluye la modulación de los receptores GABA A y la inhibición de neurotransmisores como la acetilcolina, lo que refuerza su efecto relajante.
Para aprovechar sus propiedades, se puede utilizar el aceite esencial en difusores, baños calientes, masajes tópicos o cápsulas orales específicas. No obstante, es esencial asegurarse de que el producto utilizado cuente con la composición adecuada y provenga de fuentes fiables, ya que la eficacia varía en función de la calidad del extracto y la forma de administración.
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Aunque la lavanda se considera segura a corto plazo, su uso debe evitarse durante el embarazo, la lactancia o si existen antecedentes de alergia a sus componentes. Por tanto, se recomienda consultar con un profesional sanitario antes de iniciar cualquier tratamiento, especialmente si se padece alguna condición médica o se están tomando otros medicamentos. La fitoterapia, incluso con plantas bien documentadas como la lavanda, requiere un enfoque responsable y basado en evidencia científica.
El Confidencial