La política, el medio ambiente y la desigualdad pueden acelerar el proceso de envejecimiento

Un equipo internacional de científicos ha demostrado que el ritmo de envejecimiento se ve influenciado no solo por factores biológicos y el estilo de vida, sino también por las condiciones políticas, sociales y ambientales. El estudio, publicado en Nature Medicine, indica que la exposición a la contaminación, la pobreza, la inestabilidad política y la falta de democracia pueden acelerar significativamente el envejecimiento biológico.
Casi 162.000 personas de 40 países, incluyendo Europa, Asia, África y América, participaron en el estudio. Los investigadores analizaron una amplia gama de factores ambientales, sociales y políticos mediante inteligencia artificial y modelos epidemiológicos. El análisis se centró en el llamado exposoma, el conjunto de factores a los que una persona está expuesta a lo largo de su vida, complementando sus predisposiciones genéticas.
Los investigadores introdujeron un nuevo indicador: la Brecha de Edad Bioconductual (BBAG), que mide la diferencia entre la edad biológica y la edad estimada según la salud, el funcionamiento mental, la educación y otros parámetros. Identificaron regiones y grupos sociales donde el envejecimiento se acelera significativamente, a menudo varios años.
Los datos muestran que la mala calidad del aire, la pobreza, la desigualdad social y las limitaciones de la democracia contribuyen significativamente al envejecimiento acelerado. Los autores del estudio enfatizan que la ubicación y las condiciones sociales relacionadas pueden tener un mayor impacto en la salud y la tasa de envejecimiento que los hábitos de salud por sí solos.
Agustín Ibáñez, autor principal del estudio, enfatiza que nuestro entorno, incluido el político, influye no solo en la sociedad, sino también directamente en nuestra salud. La salud cerebral ya no debe considerarse únicamente una cuestión de responsabilidad personal, sino un fenómeno resultante de condiciones socioambientales generales.
Los modelos utilizados nos permitieron analizar las diferencias en el envejecimiento a escala global. Los procesos de envejecimiento más lentos se observaron en Europa, aunque existen claras diferencias dentro de ella, ya que los residentes de Europa del Este y del Sur envejecen más rápido. El envejecimiento más acelerado se da en Egipto y Sudáfrica, con los asiáticos y latinoamericanos en una situación intermedia.
El estudio muestra que el envejecimiento acelerado está vinculado no solo a la contaminación ambiental, sino también a la desigualdad económica, la discriminación de género, la migración e incluso la calidad de las instituciones democráticas. Los países con sistemas políticos más débiles, libertades civiles limitadas y elecciones injustas presentan tasas más altas de BBAG, y sus ciudadanos experimentan un deterioro cognitivo y funcional más rápido.
Los autores del estudio enfatizan que el envejecimiento saludable no es solo resultado del estilo de vida o las predisposiciones genéticas, sino también consecuencia de las políticas, el entorno y la estructura social. Por lo tanto, las estrategias de salud pública deben considerar un contexto más amplio y no limitarse únicamente a promover hábitos saludables. Como señala Sandra Baez, coautora del estudio, la forma en que envejecemos depende del mundo en el que vivimos y de lo que permitimos como sociedades.
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