Anthony Hopkins (87 años): "He dejado el azúcar hace un par de años y me siento más despierto"

Si hay un nombre reconocido en el mundo del cine es el de Sir Anthony Hopkins. En España, es una figura emblemática por haber encarnado algunos personajes míticos. Uno de los más recordados es el de Hannibal Lecter en 'El silencio de los corderos' aunque a lo largo de su carrera ha tenido grandes retos como, por ejemplo, encarnar al Papa Benedicto XVI en 'Los dos papas'. A sus 87 años, no solo continua trabajando como el primer día, sino que se puede ver como mantiene una gran vitalidad.
El ganador de premios Oscar ha compartido a través de diferentes entrevistas algunos de sus hábitos que le han permitido envejecer de la mejor manera posible. De hecho, ha hablado abiertamente de que lleva casi 50 años sin beber alcohol, un punto de inflexión importante en su vida.
"Para ser realista sé que si me quedan unos años más de trabajo, puedo lograrlo. Así que el trabajo me mantiene vivo. Me encanta trabajar. Me encanta ser actor. Me encanta la actividad", explicó en la revista People. Además, contó que para mantener su energía se cuida mucho y hace varios años que dijo adiós al azúcar: "No tomo comida basura, aunque sí me gustan las cosas dulces. Pero he dejado de tomarlas hace un par de años. Ya ni siquiera como miel. Me siento más saludable. Me siento más despierto".

Y no solo eso, sino que también sigue una rutina de descanso. Para dormir todas las horas que le corresponden ha confesado en alguna que otra ocasión que se acuesta temprano.
Por otro lado, sobre el envejecimiento, el actor contó en Men's Journal que lo más importante es aceptarlo: "Es curioso cómo la vida y el tiempo te cambian. Es como si las moléculas de tu ser se realinearan. Ya no me ofendo tan fácilmente como antes. Todo lo que hago ahora es como un tren de la salsa. Trabajo cuando llega un buen papel y, si no, pinto y escribo música".
Otro truco que compartió Hopkins para mantenerse joven es pintar y tocar el piano. En este último aspecto dijo que suele hacer ejercicios complejos de Bach o Chopin: "No importa si los toco bien o no. Practico una y otra vez para mantener la coordinación de mis brazos, mis manos y mis dedos". También hace pruebas de memoria en las que memoriza "listas de 450 a 500 palabras en secuencia y las relaciono con imágenes mentales para que fluyan fácilmente".
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