Sólo uno de cada tres niños nada con seguridad: la propuesta del pediatra para un ‘deporte que salva vidas’ en la escuela.

Los casos de ahogamiento, recuerda el pediatra Italo Farnetani, afectan sobre todo a niños que pertenecen a sectores sociales desfavorecidos: "es prevención y la responsabilidad pública debe asumirla".
Solo uno de cada tres niños sabe nadar con seguridad en caso de emergencia. Sin embargo, saberlo puede salvar vidas. «La escuela es el lugar ideal para aprender», afirma el pediatra Italo Farnetani, quien, a través de Adnkronos Salute, lanza una propuesta: «Convenios con piscinas locales para que los alumnos asistan a clases de natación». También destaca que «quienes corren mayor riesgo son los más desfavorecidos económica y socialmente. Y las administraciones públicas deben responsabilizarse de esta forma de prevención». Cada año en Italia, aproximadamente 330 personas mueren por ahogamiento, y una de cada ocho de estas víctimas son niños y adolescentes.
"Ayer", dice Farnetani, "celebramos el Día Internacional para la Prevención de los Ahogamientos de la Organización Mundial de la Salud. Como he dicho varias veces, incluso en el contexto de la investigación "Bandera Verde" —que certifica playas aptas para niños elegidas por pediatras—, un aspecto clave de la seguridad en el agua es saber nadar bien; no basta con flotar y arreglárselas un poco". En Italia, "según las investigaciones que he realizado a lo largo de los años", enfatiza, "solo uno de cada tres niños o adolescentes (el 30 %) puede nadar con la seguridad suficiente para superar cualquier dificultad. El 70 % restante no se siente seguro en el agua: otro 30 % solo flota, otro 30 % avanza, mientras que el 10 % puede mantenerse a flote, pero solo en una piscina. Estas cifras son alarmantes porque indican que varios millones de adolescentes corren el riesgo de ahogarse".
Al analizar los datos sobre muertes por ahogamiento, se observa que el mayor número de víctimas entre los adolescentes proviene de familias con vulnerabilidad social, especialmente aquellas con padres extranjeros. Sin embargo, los cursos donde los niños pueden aprender a nadar eficazmente y ganar confianza en el agua suelen estar a cargo de asociaciones privadas o, al menos, son de pago, y algunas familias se ven obligadas a renunciar a matricular a sus hijos. Estos pequeños son los más vulnerables al ahogamiento. Esta es una situación que la administración pública debe abordar. Las escuelas son las más indicadas para abordar esta necesidad. Para ello, al inicio del curso escolar —esta es mi propuesta—, los centros educativos podrían establecer convenios con piscinas públicas y privadas e, de forma organizada y con todas las normas de seguridad, impartir clases de natación, incluso impartidas por los propios profesores de educación física. Dado que la natación es uno de los deportes más populares, los niños también tendrían una actitud más positiva hacia la escuela, lo que fomentaría la integración.
Adnkronos International (AKI)