Cesárea, un procedimiento médico nada trivial

Las cesáreas son cada vez más frecuentes entre las mujeres francesas. Esta operación es, en ocasiones, la única solución para proteger la salud de la madre o del niño.
Pero ¿por qué ha aumentado tanto en los últimos años? La mayor edad de las mujeres al dar a luz, el aumento de los embarazos de alto riesgo y los cambios en las prácticas médicas explican en parte esta tendencia, según la Academia Nacional de Medicina de Francia. Si bien las cesáreas salvan muchas vidas cada año, siguen siendo un procedimiento que también conlleva riesgos. ¿Qué son realmente? ¿Qué ideas preconcebidas circulan aún? ¿Y en qué casos es realmente necesaria esta operación? Tres especialistas del Hospital Universitario de Niza —la Dra. Cynthia Trastour, ginecóloga-obstetra, el Prof. Jérôme Delotte, jefe de la unidad de mujeres, madres e hijos, y el Dr. Hervé Haas, infectólogo pediátrico— arrojan algo de luz sobre esta práctica.
¿Qué es una cesárea?
Este es un procedimiento quirúrgico que permite el nacimiento del bebé a través de una incisión en el abdomen. Se realiza cuando el bebé no puede seguir su vía natural y salir por la vagina. La cesárea es un procedimiento muy controlado, que se realiza con anestesia local en la mayoría de los casos, lo que permite que la madre esté consciente.
¿En qué casos se decide realizar una cesárea?
La decisión se basa en dos situaciones principales. La primera es una cesárea programada, planificada con antelación por razones médicas, como una placenta baja que podría dificultar el parto, una mala posición del bebé, una pelvis estrecha o antecedentes de múltiples cesáreas. La segunda razón es una cesárea durante el parto, a menudo realizada como emergencia cuando el parto vaginal no progresa o el bebé muestra signos de sufrimiento. En todos los casos, esta decisión se toma en función de la salud de la madre y el bebé.
¿Cuáles son los riesgos asociados a este tipo de intervención?
Convertir un proceso natural en un procedimiento quirúrgico no está exento de consecuencias. Si bien una cesárea puede salvar la vida en algunas situaciones, expone a la madre a complicaciones: hemorragias, infecciones, heridas digestivas, adherencias, abscesos u obstrucciones intestinales. La recuperación suele ser más larga que la de un parto vaginal, a veces con hospitalización prolongada y dolor persistente. Una cesárea también deja una cicatriz en el útero, lo que debilita el órgano para futuros embarazos y aumenta el riesgo de complicaciones como la placenta accreta (1).
¿Y para el bebé?
El principal riesgo inmediato para el bebé es la dificultad respiratoria, especialmente si el procedimiento se realiza antes de las 39 semanas de embarazo. Esto se debe a que el parto natural prepara los pulmones del recién nacido al facilitar la evacuación del líquido amniótico, lo cual no ocurre con el parto abdominal.
Además, estos niños no adquieren la misma flora bacteriana que los nacidos por vía vaginal, lo que puede afectar su digestión y el desarrollo de su sistema inmunitario. Esta diferencia en la microbiota podría estar asociada al riesgo de alergias y asma durante la infancia.
Es por esto que recurrir a una intervención por comodidad o conveniencia, sin una razón médica (ver recuadro), debe considerarse cuidadosamente a la luz de los riesgos potenciales para la madre y el niño.
¿Se puede dar a luz por vía vaginal después de una cesárea?
Sí, e incluso se recomienda en la mayoría de los casos. Tres de cada cuatro mujeres que ya han tenido una cesárea pueden dar a luz por vía vaginal durante su siguiente embarazo, siempre que su situación médica lo permita. Sin embargo, la primera cesárea aumenta el riesgo de una segunda, debido a la cicatriz en el útero, que requiere un seguimiento especial.
¿Cuáles son las consecuencias psicológicas de una cesárea para la madre?
Aunque en la mayoría de los casos las cesáreas resultan bien y son bien aceptadas, este procedimiento puede tener un fuerte impacto en la madre, especialmente si no fue planeado. Algunas mujeres experimentan una sensación de fracaso o frustración porque el parto no fue como lo habían imaginado. Además, incluso bajo anestesia, la sensación de ser "abierta" o manipulada puede ser difícil de sobrellevar y dejar una huella imborrable. En estas situaciones, el apoyo psicológico adecuado es esencial, ya que cada experiencia es única.
1. Cuando la placenta se adhiere de forma anormalmente profunda a la pared del útero, lo que puede causar dificultad para desprenderla después del parto y provocar una hemorragia.
En Francia existen cesáreas de confort solicitadas por la madre, sin motivo médico, pero siguen siendo poco frecuentes. « Estas solicitudes suelen estar motivadas por el miedo al parto, el deseo de elegir la fecha del parto o ciertas ideas preconcebidas, como el temor a complicaciones perineales (como desgarros o incontinencia) asociadas a un parto vaginal». Desde la perspectiva del obstetra, esta intervención también puede tener la ventaja de facilitar la organización personal y departamental.
Sin embargo, la normativa francesa es clara: una cesárea debe basarse en una indicación médica para garantizar la seguridad tanto de la madre como del niño. « En la práctica, se pueden realizar cesáreas electivas. Sin embargo, una vez que se les explican los beneficios y riesgos reales, la gran mayoría de las pacientes revierte su decisión inicial y opta por un intento de parto vaginal».
Si bien en la década de 1970 solo afectaba al 5% de los nacimientos, ahora las cesáreas representan el 20% de los nacimientos (una de cada cinco), o alrededor de 150.000 operaciones cada año.
Esta tasa varía según la región y el grado de especialización de las maternidades: en los establecimientos de nivel 3, que se ocupan de embarazos de alto riesgo, patologías maternas graves o incluso situaciones de prematuridad extrema, propias de un hospital universitario, puede incluso superar el 25%.
En el Hospital Universitario de Niza, la tasa de cesáreas se sitúa alrededor de la media nacional del 20%.
A nivel mundial, algunos países como Brasil y Turquía presentan tasas superiores al 50%, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una tasa óptima debería rondar el 15%, más allá del cual no se observa ningún beneficio adicional en términos de salud pública.
Var-Matin