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La angustia de quienes dependían de la luz: "Solo rezo para que no haya otro apagón"

La angustia de quienes dependían de la luz: "Solo rezo para que no haya otro apagón"

Si el cierre del Metro de Madrid sumió en el caos a miles de personas que no tenían cómo regresar a casa ayer, cuesta imaginar lo vivido por quienes casi pierden la vida a raíz del apagón. Los ancianos en silla de ruedas de una residencia madrileña eran trasladados en rampas por el colapso de los ascensores, y otros estuvieron a punto de quedarse sin oxígeno. Algunos pacientes dependientes de la electricidad solo contaban con sus familiares o cuidadores para sobrevivir cuando morían las baterías de sus máquinas.

Así fue el caso de Jordi Sabaté Pons, un catalán de 41 años que lleva 10 viviendo con esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Un tweet suyo dando fe de vida a las 9:45pm de ayer fue uno de los tantos testimonios apocalípticos que se viralizaron durante la jornada: “He sobrevivido sin luz durante nueve horas con las baterías de mis máquinas de soporte vital. No sé lo que ha pasado, estoy en shock, pero estoy bien”.

Un escenario similar al descrito por Sabaté fue el que presuntamente se cobró la vida de una mujer de 46 años en Alzira, Valencia, contabilizada por las autoridades como una de las cinco víctimas mortales del apagón. Habría fallecido al faltarle el oxígeno que le suministraba un dispositivo eléctrico.

"No tener luz es sinónimo de muerte para los enfermos de ELA"

La electricidad es la que mueve el respirador que llena de aire los pulmones de Sabaté, pero también acciona dos aspiradores que le evitan asfixiarse con sus “propios mocos”. Él necesita además “una máquina asistente de tos para poder sacar los mocos de los pulmones”, explica a El Confidencial mediante mensajes de WhatsApp.

Desprovisto de todos ese soporte vital, Sabaté comenzó a vivir una “terrible pesadilla y tortura psicológica”, porque no tener luz “es sinónimo de muerte para los enfermos de ELA”. Todo esto ocurrió cuando Sabaté estaba en su casa de Barcelona junto a su cuidadora, ambos totalmente incomunicados.

“Gestioné la situación con las baterías de mis máquinas de soporte vital, pero claro, las baterías que tengo no duran muchas horas y fue una situación muy agónica, como vivir una auténtica película de terror. Mi cabeza iba a 100(km) por hora, intentaba no pensar en el futuro, pero me costaba centrarme en el presente, la incertidumbre fue muy angustiosa. Cada segundo que pasaba era imposible no pensar en que la muerte por asfixia era cada vez más cercana”, explica Sabaté, quien se dedica a exponer los pormenores de su enfermedad en las redes sociales.

Sabaté aseguró a este diario que no recibió “ninguna ayuda del Gobierno, ni ayer en el apagón, ni jamás”

Los videos que sube a su canal de YouTube acumulan más de cinco millones de reproducciones. Tiene más de 56.000 seguidores en Instagram y casi 126.000 en X, pero se sintió solo durante las nueve horas que duró el corte de electricidad. Tuvo que ingeniárselas con las baterías que desde hace siete años le suministra una empresa privada junto al resto de las máquinas.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo en su primera comparecencia de la tarde de ayer: “Se está dando servicio a domicilio a las personas con necesidades especiales”. Sin embargo, Sabaté aseguró a este diario que no recibió “ninguna ayuda del Gobierno, ni ayer en el apagón, ni jamás”.

Una solución para los pacientes con ELA sería contar con generadores eléctricos en sus casas durante los apagones. Por eso Sabaté le pidió este martes a Endesa que le instalara uno: “No pretendo que me lo regaléis, yo os lo pago. Amo la vida y no quiero morir por un corte de luz”.

"Supimos todo oyendo los transistores de los ancianos"

Como ya ha reportado El Confidencial anteriormente, las condiciones que tienen los adultos mayores en muchas residencias no son las mejores. Un enfermero consultado por este diario, explicó bajo estricta condición de anonimato que ayer fue un día caótico en la residencia madrileña donde asiste a casi 200 ancianos.

Su turno terminaba a las 10 de la noche, y justo a esa hora comenzaron a aumentar las preocupaciones sobre la escasez de oxígeno: “Teníamos muchos abuelos dependientes de respiradores y a todos les pusimos una bombona cuando dejaron de funcionar los concentradores (máquinas eléctricas que surten de oxígeno a los pacientes). El lío ocurrió cuando casi nos quedamos sin bombonas, porque solo teníamos para cubrir el turno de noche-madrugada y la luz llegó a las 3:00am allí”.

Para colmo, en esa residencia nunca se pudo arrancar el generador eléctrico. Esta situación provocó que además del oxígeno, se afectaran los servicios más elementales del centro y decenas de residentes fueran trasladados con rampas de una planta a otra por la inutilidad de los ascensores.

“No teníamos ningún tipo de comunicación con el exterior y no sabíamos lo que estaba pasando”, concluye el enfermero que apenas recibió la visita de Protección Civil. “Evitamos hacer derivaciones al hospital porque sabíamos que ellos también estaban sobrepasados. Logramos saber lo que sucedía oyendo los transistores de los propios residentes, solo podíamos llamar al 112. Nuestro mayor miedo era que se cayeran los abuelos entre tanta oscuridad, no se veía nada”.

El Confidencial

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