¿Cuáles son los cinco alimentos que más engordan y que debería evitar consumir?

Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que el 39% de los adultos en el mundo padece sobrepeso, un estudio realizado por la doctora Leigh A. Frame, investigadora de la Universidad George Washington (EE.UU.), revela que el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados es uno de los principales responsables de la epidemia de obesidad que afecta a las sociedades industrializadas.
Este fenómeno no solo acarrea un aumento de peso, sino también un incremento de enfermedades como la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.
La investigación advierte sobre la preocupante relación entre el alto consumo de estos productos y las carencias de legumbres, vegetales y frutas frescas en la dieta diaria. Estas deficiencias derivan en una ingesta escasa de fibras alimenticias, esenciales para una digestión saludable, y en un aumento de aditivos con efectos obesogénicos como los emulsificantes y las gelatinas.
Según Frame, los emulsificantes pueden alterar el microbioma intestinal, provocando un aumento de la glucosa en sangre en ayunas, hiperfagia (apetito descontrolado) y, en consecuencia, un incremento del peso corporal, la grasa acumulada y la esteatosis hepática (hígado graso).
A continuación, los 5 alimentos más perjudiciales según el estudio:

Papas fritas. Foto:Istock
Las patatas fritas, icónicas en la comida rápida, han sido señaladas por el Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard como una “bomba de más de 500 calorías cargada de almidón”. Aunque la papa como alimento aporta carbohidratos saludables, su versión frita contiene hasta un 30% de grasa.
Un estadounidense promedio consume al año unos 52 kilos de papas fritas, una cifra que debería reducirse drásticamente. Los expertos recomiendan no comer más de seis papas fritas por comida, algo difícil de cumplir dado el consumo habitual.

Bebidas azucaradas Foto:Istock
Refrescos y bebidas endulzadas con azúcar son una de las principales causas de obesidad y enfermedades metabólicas. En países como Francia, al hígado graso se le conoce como “la enfermedad de la soda” debido a la relación directa entre el consumo de estas bebidas y la esteatosis hepática. Pero sus daños no terminan ahí: hiperactividad, aumento del riesgo de infarto, diabetes, hipertensión, fragilidad ósea, cáncer de páncreas y próstata, debilidad muscular y problemas neurológicos forman parte del panorama. Un cóctel perjudicial que se consume, en promedio, en exceso.

Carnes rojas y procesadas Foto:Istock
Desde que la Organización Mundial de la Salud las calificó en 2015 como “probablemente cancerígenas”, las carnes rojas y procesadas han estado en el centro de la polémica. Además, juegan un papel clave en la epidemia de obesidad. Por ejemplo, el salchichón contiene 454 kilocalorías por cada 100 gramos, junto con grasas saturadas que deberían consumirse con moderación. Si bien la carne roja aporta minerales como el hierro, los expertos recomiendan moderar su ingesta y optar por carnes blancas, más saludables para el consumo frecuente.

Harinas refinadas Foto:Istock
El pan blanco y sus derivados (pan de molde, pan de hamburguesa, etc.) suelen percibirse como alimentos tradicionales, pero en realidad son ultraprocesados. La harina refinada carece de los nutrientes del grano completo, especialmente del salvado, rico en fibra alimentaria. Esta fibra ayuda a mantener un índice glucémico bajo y a controlar la ganancia de peso y la diabetes. Por ello, los nutricionistas insisten en priorizar las harinas integrales para una dieta más saludable.

Postres y dulces Foto:Istock
Los postres y pasteles suelen elaborarse con harinas refinadas y grandes cantidades de azúcares añadidos, incluso cuando se utilizan endulzantes naturales como la miel. Según la OMS, el azúcar añadido no debe superar el 10% de las calorías diarias, es decir, menos de 50 gramos en una dieta de 2.000 kcal. Idealmente, esa cifra debería reducirse a 25 gramos. Un solo yogur azucarado puede acercarte a ese límite en una sola porción, convirtiendo a los postres industriales en un riesgo silencioso para la salud.
La comodidad de abrir un paquete de snacks o tomar un refresco a la carrera se paga con kilos de más, inflamación y problemas de salud que afectan la calidad de vida.
Expertos insisten en la importancia de volver a una dieta basada en alimentos frescos, vegetales, frutas, legumbres y cereales integrales, donde el consumo de ultraprocesados sea la excepción y no la regla.
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